24 de junio de 2024

Claudia Sheinbaum: símbolo de la madurez política y social en México.

Por Samantha Fouilloux Alfaro* y Javier Gámez Chávez**

Los orígenes de la insurgencia electoral

En los dos recientes procesos electorales en México, tanto el de 2018 como el de 2024, la izquierda electoral resultó triunfadora, las dos victorias son consecuencia de un proceso de acumulación de fuerzas políticas y sociales que inició en los últimos años de la década de los sesenta, particularmente con el inicio del movimiento estudiantil del 68, que protestó en contra del autoritarismo y la antidemocracia del sistema político mexicano, bajo control de la clase política que dio prioridad a un proyecto de desarrollo económico sustentado en el fortalecimiento de los grupos empresariales como eje del crecimiento económico y subestimó la construcción de una sociedad democrática.

Durante muchos años la oposición político electoral no tuvo la menor oportunidad de triunfo ante un sistema político y una ley electoral antidemocrática que ofrecía todas las ventajas al partido de Estado y a las élites políticas y económicas.

Sin embargo, desde 1982, el Partido Socialista Unificado de México inició la construcción de un frente de sectores democráticos que aspiró a transformar el poder político y las instituciones de México, el proceso inicio a través de un programa de nación democrática y la campaña presidencial de su candidato Arnoldo Martínez Verdugo.

Una siguiente etapa de acumulación de fuerzas políticas y sociales se dio a partir de la elección presidencial de 1988, tras el fraude electoral de ese año se fortaleció el movimiento democrático nacional, encabezado en ese momento por su dirigente Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y el Frente Democrático Nacional, una oposición liberal y de izquierda que contribuyó al proceso.

Este largo camino enfrentó a dos proyectos de nación, por un lado, un modelo neoliberal-empresarial y por el otro, un modelo de Estado social, con un compromiso firme de democratización política y económica, a través de la redistribución de la riqueza y la regeneración de las instituciones del Estado mexicano.

Durante este tiempo, la oposición democrática estuvo sometida a una represión política constante, como fue la negación de sus triunfos electorales a partir de 1992, el asesinato de sus militantes y un acoso permanente por parte de las instituciones electorales, judiciales y policiales.

A pesar de esta violencia desde el poder institucional, se fortaleció, a partir de los años noventa, una correlación de fuerzas o bloque histórico que alcanzará victorias electorales, como la disputa por el gobierno de la Ciudad de México en 1997, origen del triunfo en la elección presidencial de 2018, porque permitió adquirir experiencia de gobierno y administración pública.

En general, el proceso de acumulación política y social se articuló a través del armado de un programa de gobierno alternativo que se fue constituyendo en una visión hegemónica en distintos sectores de la sociedad mexicana mediante la articulación de consensos y alianzas, y un programa nacional de desarrollo económico con intervención del Estado.

Podemos decir que esta hegemonía se construyó en varias décadas hasta llegar a consolidarse en una visión hegemónica que se expresó en millones de votos, y que tiene como objetivo la democratización de la vida política, económica, social y cultural del país.

La acumulación política social se cimentó también en distintas coyunturas que fueron importantes en el desarrollo programático, organizativo y de resistencia pacífica y electoral. Contribuyeron a ello los gobiernos de la Ciudad de México con Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard Casaubón, Claudia Sheinbaum Pardo; el proceso de desafuero de López Obrador en 2005, la elección fraudulenta de 2006 y la resistencia pacífica a través de varias acciones, particularmente el plantón de Reforma y la resistencia al tercer paquete de las medidas y reformas neoliberales en el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Los resultados electorales positivos son posibles porque se trasformó la vida pública y política del país a través de gobiernos locales, estatales y el nacional, con una ciudadanía actuante y comprometida con la trasformación de sus vidas, a través de su participación en la democracia delegativa y los límites que conlleva ésta. Es un esfuerzo transformador que tiene sus raíces en el cambio del pensamiento y praxis política de los mexicanos, mediante la disputa de la memoria histórica y las narrativas construidas en oposición a la desinformación de los medios de comunicación tradicionales y digitales, una disputa simbólica y cultural que llevó a cambiar la conciencia de los mexicanos para atreverse a trasformar sus condiciones adversas establecidas por los gobiernos neoliberales.

El triunfo de Claudia Sheinbaum

El pasado 2 de junio, con una cantidad de votos obtenidos que supera en casi seis millones los de Andrés Manuel López Obrador en 2018, Claudia Sheinbaum Pardo se convirtió en la primera mujer presidenta de México.

Como se auguraba, la política de austeridad, la honestidad y la eficiencia en la administración de los recursos, así como los programas del gobierno de AMLO que favorecieron indudablemente al sector más pobre del país e impactaron positiva, aunque indirectamente, en el resto de los estratos sociales, provocaron una participación ciudadana cuantiosa y entusiasta que acudió a las urnas para dar continuidad a la 4T a través de la candidata de izquierda, Claudia Sheinbaum.

Además, no se puede omitir mencionar como un factor determinante en las pasadas elecciones el activismo que el presidente ejerció sin tregua contra la corrupción, el saqueo y la desfachatez de la derecha mexicana desde las conferencias de prensa mañaneras, que no sólo mantuvieron la memoria viva de los innumerables abusos del PRIAN, sino que también se consolidaron como un espacio de rendición de cuentas donde cualquiera podía cuestionar al mandatario, y como un canal de comunicación directo que permitió que el pueblo estuviera informado, menos vulnerable a la manipulación de medios e influencers al servicio de la élite y que deberían continuar con el nuevo gobierno como acción estratégica ante las noticias falsas y la desinformación que circulan sin control en las redes sociales y en los medios convencionales.

En este contexto, el triunfo de Claudia Sheinbaum significó un duro golpe para la derecha ilusa y anquilosada que pensaba regresar este año y, más importante aún, desafió con éxito al machismo que en México aún presenta importantes obstáculos para las mujeres en general.

Siendo una mujer de pensamiento de izquierda, científica, madre, activista social desde su juventud, académica y funcionaria pública en diversos puestos y momentos, entre los cuales el más reciente y relevante fue haber sido jefa de gobierno de la Ciudad de México, Sheinbaum rompió el techo de cristal impulsada por el pueblo y se hizo del cargo más importante para el desarrollo y el bienestar de la nación. Esto supone un momento clave para el feminismo mexicano que deberá lograr a mediano y largo plazo cambios sustanciales para las mujeres, ya que, si apenas en 1953 se les otorgó el derecho a votar y a ser votadas, en el sexenio entrante se tendrá que conseguir con contundencia todo lo pendiente para que las niñas y las mujeres no sigan siendo vulnerables, violentadas y en permanente desventaja económica, profesional, laboral y social.

Ya sea por estereotipos o por roles de género, una de las causas de la desigualdad entre mujeres y hombres radica en que a las niñas y a las jóvenes no se les acerca lo suficiente a la ciencia, a la ingeniería, a la tecnología y a las matemáticas, de tal forma que se ven muy limitadas en sus opciones educativas, profesionales y en su desarrollo integral; por lo anterior, la formación académica y la trayectoria de la presidenta electa son particularmente interesantes para generar estrategias que motiven a las mujeres a insertarse en dichas área del conocimiento.

Además, es pertinente resaltar el interés de Sheinbaum en el tema educativo, y uno de sus mayores logros como jefa de gobierno de la CDMX fue la creación, en 2019, de la Universidad Rosario Castellanos, que tiene en la actualidad una matrícula de alrededor de 40 mil estudiantes y un porcentaje mayoritario de dicha plantilla estudiantil se compone de mujeres.

Indudablemente, en México “es tiempo de mujeres” y dicha frase pronunciada por Claudia Sheinbaum en el cierre de su campaña electoral deberá volverse una realidad que alcance a las mujeres de todo el territorio y que mejore notablemente sus condiciones de vida.

Una transformación social y política profunda se está viviendo en el país desde el 2018; que por primera vez en nuestra historia una mujer de izquierda vaya a ser la presidenta es prueba irrefutable de ello.

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* Samantha Fouilloux es profesora de la Universidad Rosario Castellanos, creadora del proyecto de comunicación popular “Tendedero Político” de la calle de Madero en la CDMX, y colaboradora de RadioAMLO y Polemón.

** Javier Gámez Chávez es profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Doctor en Historia, licenciado y maestro en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Autor del libro Revolución mexicana y anarquismo internacional, editorial Libros del Alicate.