15 de enero 2024

Hester Van Nierop, el dolor que se convirtió en libro por Marta Durán de Huerta

 Hester Van Nierop, el dolor que se convirtió en libro.

Arsène Van Nierop, Un grito de socorro desde Juárez. Crónica de un asesinato impune, México, Random House/ Grijalbo, 2014. 212 pp.

Por Marta Durán de Huerta*

El libro Un grito de socorro desde Juárez. Crónica de un asesinato impune, publicado por la editorial Random House/ Grijalbo, es un libro desgarrador. La autora es Arsène Van Nierop, madre de Hester, la joven holandesa violada y asesinada en Ciudad Juárez en 1998. Éste es un libro, que como dice el periodista Sergio González, nunca se debió haber escrito porque Hester no debió morir. Ninguna niña o mujer debió ser asesinada.

En la mesa de presentación estuvieron el editor de Penguin Random House, Enrique Calderón, la abogada María de la Luz Estrada, de Católicas por el Derecho a Decidir, Arsène Van Nierop, Irinea Buendía, madre de una joven asesinada en el Estado de México y la diputada Martha Lucía Micher; esta última empezó su ponencia y el sentimiento la fue dominando. Se le quebró la voz y lloró. Su silencio fue impactante, un vacío total llenó la sala y los asistentes tuvimos el corazón en la garganta. El silencio de Lucía Micher dijo todo lo peor estaba por llegar: las palabras de Arsene, que en un tono sereno y no por eso sin dolor dijo:

En septiembre de 1998 recibí la noticia del asesinato de mi querida hija en Ciudad Juárez. No puedo describir cómo me sentí. Caí en un agujero tan oscuro y profundo. ¿Cómo salir? Yo estaba segura que la policía estaba buscando al sospechoso. En esta situación tan horrible pensé que la policía mexicana funciona casi igual que en Holanda. Nuestro dolor devoraba toda nuestra energía. No sabía cómo consolar a mis otros dos hijos. En Holanda no necesitas un abogado (para obtener justicia) como en México. Tampoco me di cuenta que la policía mexicana tiene otra mentalidad a la holandesa. Si lo hubiera sabido nunca le habría dicho a mi querida hija, toma la ruta de Ciudad Juárez.

La familia Van Nierop estuvo de vacaciones en México. Hester acababa de recibir su título de arquitecta y quería hacer unas prácticas y una pasantía en Estados Unidos. Sin saber nada de la situación en Ciudad Juárez, Arsene le recomendó a su hija mayor viajar en autobús a la fatídica ciudad fronteriza para cruzar la línea que divide dos países, dos culturas, dos mundos.

Arsène leyó pausadamente:

La policía me daba esperanzas y confié en ella. Intentamos continuar con nuestra vida con un dolor tan inaceptable como profundo; nuestra única ventaja es que no vivimos en el mismo país que el asesino, no nos lo vamos a encontrar en la calle, no será nuestro vecino. Nuestro asesino vivía al otro lado del mundo.

Fue medio año después de la muerte de Hester que una periodista holandesa me contó de los horrores en Ciudad Juárez. Antes pensaba que mi hija estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado. Después entendía que eso le puede pasar a cualquiera. Sergio González, el autor del libro Huesos en el desierto, me escribió para preguntarme algunas cosas para redactar un capítulo en su libro sobre Hester. También me recomendó acudir a Amnistía Internacional; así empezó mi lucha por los derechos humanos.

Arsène convirtió su dolor en fuerza para exigir justicia, no sólo para Hester sino para todas las víctimas de feminicidios. Arsene no busca soluciones individuales y por eso creó la Fundación Hester, que recauda fondos para apoyar una ONG llamada Casa Amiga; allá las víctimas de la violencia encuentran refugio, ayuda psicológica y terapia de contención, en especial los niños que han sido testigos de los asesinatos de sus padres, hay asistencia médica, legal, talleres y clases de karate para niñas y mujeres.

Arsène ha viajado muchas veces a Ciudad Juárez. Se necesita un gran valor para hacerlo. Allá, las mamás a quienes les han amputado una hija, la abrazan, lloran y se consuelan mutuamente.
Arsène es holandesa y su gobierno y su embajada le han ayudado en su demanda de justicia. La menuda mujer de ojos azules como el cielo de Chihuahua, se ha convertido en una vocera de las mujeres, de las víctimas que son transparentes o inexistentes ante las autoridades mexicanas. El activismo de Arsène la hizo merecedora a la Orden de Orange y Nassau, la más grande presea que se otorga en Holanda para honrar a quien hace actos heroicos.

Nadie se suicida a golpes

En la presentación del libro, junto a Arsène, estuvo Irinea Buendía, madre de Mariana Buendía, víctima de feminicidio en Chimalhuacán, Estado de México. Mariana se casó con Julio César Hernández Balines, un hombre violento, celoso y cruel. Las golpizas eran el pan de cada día. “Mi hija le tenía no miedo, sino pánico”, dijo a nuestros micrófonos la señora de pelo blanco y riguroso luto. “Yo estuve con mi hija el 28 de junio del 2010, una noche antes de su muerte, y me dijo que al día siguiente lo dejaría definitivamente; que estaba dispuesta a dejar a su esposo, que ya no aguantaba ese infierno de maltratos físicos y psicológicos. Mariana se fue a empacar sus cosas y al día siguiente, el 29 de junio, su esposo se presentó para decirme que mi hija se había suicidado, que se había ahorcado. Cuando llegamos al lugar de los hechos vi su cuerpo sin vida, lleno de golpes, de marcas de violencia y sus maletas listas”, narró la triste señora.

Ya se había separado de él cuatro o cinco veces, pero volvió por miedo, pavor, continúa la señora Buendía. “Él denunció suicidio ante las autoridades, yo asesinato y todo el contexto de violencia que ella sufrió. Nunca le dieron crédito a mis denuncias y nunca se siguió el protocolo del código de procedimientos penales”, nos comparte con sumo pesar.

“Yo pienso que las autoridades lo protegen; él es policía judicial en el Estado de México y la mecánica es hoy te protejo a ti, mañana me proteges a mí”, sentencia la señora Buendía que vive en Ciudad Nezahualcoyotl, una zona donde circula mucho dinero pero sus pobladores son muy pobres.

“La corrupción en el Estado de México está muy fuerte, igual que en el resto del país. Allá nos invitan a que denunciemos pero no nos hacen caso, por eso acudimos a la Suprema Corte” concluyó nuestra entrevistada que vive en el Estado de México, región que goza con el vergonzoso primer lugar en feminicidios de México.

Matar a una mujer, como pasarse un rojo en el semáforo

En la presentación del libro había prensa de todas las nacionalidades y las preguntas en cascada eran por qué tanta impunidad, por qué “desaparecen” las evidencias de los casos, por qué las familias de las víctimas no son escuchadas o, peor aún, las tratan como si fueran las culpables, porque matar a una mujer es tan fácil como pasarse la luz en rojo del semáforo, no pasa nada.

Callar a Sergio González a como dé lugar

El periodista Sergio González, a la par de Diana Washington, fueron los dos primeros periodistas en investigar a fondo los feminicidios en Ciudad Juárez. Como fruto de sus indagatorias nacieron los libros Huesos en el desierto, de Sergio González, un certero nombre que describe en qué estado encontraron los restos de las mujeres desaparecidas, violadas, torturadas, mutiladas y asesinadas, y Cosecha de mujeres, de Diana Washington, que es norteamericana y vive en Estados Unidos, por lo que ha estado a salvo.

En la Ciudad de México, Sergio fue interceptado por policías vestidos de civil que al tiempo que lo golpeaban y lo herían con un picahielo le advirtieron que no publicara la segunda edición (corregida y aumentada) de su libro Huesos en el desierto. Fueron tantos los golpes y el martirio que Sergio perdió el conocimiento. Lo creyeron muerto y lo abandonaron en un tiradero de basura. El autor sobrevivió. Estuvo medio año en coma. Cuando despertó, tuvo que aprender nuevamente a hablar. La golpiza afectó el lado occipital izquierdo del cerebro afectando la zona de Broca, el centro del lenguaje. El valiente periodista publicó en España la segunda edición de Huesos en el desierto y también escribió en prólogo del libro de Arséne van Nierop.

Cayó el principal sospechoso

A principios de 2014, la familia Van Nierop recibió una llamada telefónica que los dejó helados: las autoridades mexicanas habían pedido la extradición a México del presunto asesino de Hester. El sospecho usa cinco nombres, como Roberto Flores o Adame López. Estuvo preso en una cárcel norteamericana por reingresar sin papeles migratorios a los Estados Unidos. Todas las descripciones que se tienen del tipo coinciden con las de los testigos. ¿Será? Arsène pide un juicio justo con evidencias científicas para evitar que se use a alguien como chivo expiatorio y calmar la presión internacional.

¿Quieres hablar con el sospechoso? Le preguntaron a Arsene que respondió: “No, no quiero saber nada de él, no quiero ni verlo”.

El carácter de Arséne Van Nierop es admirable, siempre con entereza ante la adversidad. Siete años antes del asesinato de Hester, en un incendio los Van Nierop perdieron todo lo que tenían. Una fuga de gas, una explosión acabó con todo su patrimonio. Se abrazaron en la calle mientras las flamas devoraron muebles, ropa, libros, recuerdos todo. “Somos afortunados porque solo hay pérdidas materiales”, se repetían para consolarse. El cuñado de Arséne sufrió una explosión similar dos años antes y perdió a sus dos hijitos en el incendio.

Diez feminicidios al día en México

Actualmente se contabilizan en México 10 feminicidios al día en promedio. Por alguna razón inexplicable continúa la impunidad indignante, debido a la corrupción y a la inacción de las autoridades.

 

*Marta Durán de Huerta: Licenciada, maestra y doctora en sociología por la UNAM, licenciatura en periodismo por la Escuela Carlos Septién García y Entrenadora de periodistas por la Deutsche Welle Akademie.
Corresponsal de Radio Francia Internacional en México y asesora de tesis en la maestría de periodismo político de la Escuela Carlos Septién García.