8 de marzo del 2024

José Vasconcelos, su proyecto educativo y el mestizaje. Por Araceli Nuñez Tapia

, José Vasconcelos, su proyecto educativo y el mestizaje

Por Araceli Nuñez Tapia

La conformación de un Estado-Nación ha sido una de las preocupaciones centrales de los países modernos, que han buscado establecer su independencia, soberanía, y el reconocimiento externo. En el caso de México, después de consumada su independencia, el país vivió una serie de conflictos internos y externos que imposibilitaron que se estableciera un Estado-Nación; en consecuencia, en los años posteriores, y sobre todo, a raíz de la Revolución mexicana, los actores políticos de México buscaron establecer la unión nacional por medio de la conformación de una identidad y cultura propia del país. A consecuencia de esto una de las preocupaciones centrales del Estado fue fomentar entre la población el sentimiento de unidad nacional en torno al gobierno regente. Es decir, el gobierno, a través de los proyectos nacionales, pretendió lograr la convergencia armoniosa de las concepciones e ideologías dispares para lograr unificar a la sociedad alrededor de un mismo proyecto nacional.

Para la implementación de un proyecto político del Estado, tendiente al nacionalismo, los gobiernos posrevolucionarios se sirvieron de la cultura, ya que por medio de ella buscaron implementar la concepción que tenían de México, la historia que debía ser recordada, el prototipo del mexicano ideal y la forma en que se debía llegar al progreso, por ende, buscaron el apoyo de los intelectuales para implementar su concepción de la identidad mexicana y el devenir del país, siendo la unidad nacional el requisito indispensable para conseguir el tan ansiado progreso.[1]

Por su parte, los artistas e intelectuales mexicanos ―de acuerdo con Carlos Monsiváis― decidieron su visión de la cultura apoyando, denigrando o ignorando el proyecto oficial de la nación y su consecuencia directa.[2] Por ende, muchos intelectuales de la nueva generación que conformaron el Ateneo de la Juventud, particularmente, José Vasconcelos, formaron parte del gobierno posrevolucionario, y bajo la concepción de la educación como motor de la unidad nacional y del progreso del país abocaron sus esfuerzos y su obra intelectual a la conformación de un tipo ideal de mexicano y establecieron la historia oficial y el proyecto para el devenir de México.

El Ateneo de la Juventud

Desde 1906 empezó a surgir una nueva generación de intelectuales los cuales realizaron conferencias y exposiciones, publicaron revistas y fundaron sociedades. El punto culminante de esta nueva generación fue la fundación del centro cultural denominado Ateneo de la Juventud el 28 de octubre de 1909, conformado por los escritores: Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Julio Torri, Enrique González Martínez, Rafael López, Roberto Argüelles Bringas, Eduardo Colín, Joaquín Méndez Rivas, Antonio Médiz Bolio, Rafael Cabrera, Alfonso Cravioto, Martín Luis Guzmán, Carlos González Peña, Isidro Fabela, Manuel de la Parra, Mariano Silva y Aceves y José Vasconcelos; por el filósofo: Antonio Caso; por los arquitectos: Jesús Acevedo y Federico Mariscal; por los pintores: Diego Rivera, Roberto Montenegro y Alfredo Ramos Martínez; y por los músicos: Manuel Ponce y Julián Carrillo.[3]    

Esta nueva generación de intelectuales pretendió romper con la cultura porfirista caracterizada por el positivismo, el lema de orden y progreso, y representada por las figuras de Gabino Barreda y Justo Sierra, e instalar una cultura que retomara a los autores clásicos y tuviera un enfoque más humanista, particularmente, reformaron la concepción de raza. Pese a sus pretensiones por romper con el positivismo, en la Universidad Popular Mexicana, fundada por los ateístas, estos  retomaron un lema de Justo Sierra «La ciencia protege a la patria»,[4] con lo cual, se demuestra que no hubo un rompimiento tajante entre la cultura del Porfiriato y la cultura que se formó durante y después de la Revolución mexicana, asimismo expresa la concepción de la preponderancia de la ciencia como elemento fundamental para el devenir del país, ya que se consideraba a la ciencia como el elemento que garantiza la existencia de la nación, y, en consecuencia, conlleva la concepción de que la labor de estos intelectuales es indispensable para el bienestar de la patria.

Por otra parte, eran jóvenes que buscaban «la separación de la cultura y el Estado»,[5] pero, al mismo tiempo, querían formar parte del actuar político del país, por lo que, algunos de ellos participaron activamente en la Revolución mexicana, aunque por lo regular sólo en la parte intelectual, administrativa y diplomática y no en los hechos de armas y, una vez concluido el movimiento armado esperaban acceder a puestos en el gobierno. De igual manera a través de sus obras dejaron ver las concepciones que ellos tenían sobre el país, la historia de México, la sociedad mexicana, de su presente y del camino que debía seguir el país para llegar al tan ansiado progreso.

El Ateneo de la Juventud y los miembros que lo conformaron tenían la idea de que su labor, alejada del positivismo, lograría una revolución cultural e intelectual que obtendría el rompimiento con la cultura porfirista caracterizada por la asimilación de la cultura europea, para implementar una cultura e identidad que rescatara y estableciera lo mexicano, frente a lo extranjero. En este sentido, a un lado de la revolución armada, se gestaba una revolución intelectual, ambas con la finalidad de romper con el viejo régimen y su cultura.

José Vasconcelos y su proyecto educativo

José Vasconcelos fue una de las figuras más destacadas de la generación del Ateneo, no obstante, es una personalidad ambivalente dentro de este centro cultural. Por un lado, su interés por la cultura y la lectura de los autores clásicos lo llevaron a convertirse en un escritor asiduo y, posteriormente, en uno de los miembros fundadores del Ateneo de la Juventud. Su pensamiento y labor intelectual están íntimamente ligados a este espacio cultural, ya que para él el Ateneo y cada uno de sus miembros «colaboró para transformar el ambiente espiritual de la época».[6]

Por otro lado, esta generación vivió una época caracterizada por el levantamiento armado en contra del gobierno de Porfirio Díaz y, aunque, los miembros del Ateneo buscaban la separación entre la cultura y el Estado, Vasconcelos, quien se había graduado como abogado, formó parte activa de esta guerra civil, primero a lado de Francisco I. Madero y, tras su asesinato, a lado de Venustiano Carranza, pero al tener conflictos con este jefe revolucionario, decidió irse del país, y cuando volvió, se unió con Álvaro Obregón. A lo largo de todo este periodo realizó diferentes actividades, fue escritor en periódicos, formó parte del partido antirreeleccionista, fungió como agente ante países extranjeros y fue rector de la Universidad Nacional de 1920 a 1921.

En su discurso de toma de posesión como nuevo rector de la Universidad Nacional, Vasconcelos dejó clara su posición a lado de la Revolución y del proyecto oficial del Estado, dado que se consideró a sí mismo como un «delegado de la Revolución»[7] y consideró su labor dentro de la Universidad como una continuación de la lucha revolucionaria, en la cual, él debía combatir la ignorancia y, para este fin, la Universidad debía trabajar por el pueblo.

Sumado a lo anterior, dentro de su vinculación con los gobiernos posrevolucionarios, José Vasconcelos impulsó el restablecimiento de la Secretaría de Instrucción Pública, que había sido erradicada por Venustiano Carranza, logrando que en 1921 el presidente Álvaro Obregón creara la Secretaría de Educación Pública y lo nombrara su primer titular. Este impulso se debió a que Vasconcelos consideraba que la forma de salvar o regenerar a México era a través de la cultura,[8] ya que creía que el progreso del país se lograría por medio de la educación de las masas, algo que ya estaba reflejado en su discurso de toma de posesión como rector, dado que nuevamente, considera la educación como la forma de erradicar la ignorancia y, con ello, contribuir al esfuerzo revolucionario.

Dentro de su cargo como Secretario de Educación Pública José Vasconcelos desarrolló un proyecto educativo que ―de acuerdo con Carlos Monsiváis― consistió en seis puntos fundamentales: 1) crear misiones, similares a las religiosas, para que educaran a la población analfabeta; 2) realizar campañas contra el analfabetismo; 3) difundir y promover las artes; 4) conectar a México con Latinoamérica; 5) incorporar la minoría indígena a la nación; 6) redescubrir, difundir y patrocinar las artesanías populares.[9]

En términos generales el proyecto educativo de Vasconcelos es un esfuerzo loable por llevar la educación a diferentes partes del país, promoviendo la educación en zonas alejadas de la capital con la intención de erradicar el analfabetismo entre la población mexicana, es decir, su proyecto representó la búsqueda de la mejora en la calidad educativa y su extensión por gran parte del territorio mexicano. Por otro lado, en este proyecto se expresa la preponderancia de la educación de las masas como parte fundamental del proyecto oficial del Estado, debido a que, la educación de las masas, la erradicación del analfabetismo y la promoción de las artes, se consideraban los elementos cohesionantes que permitirían la unidad nacional y, por consecuencia, el progreso del país. Asimismo, lo que expresa el proyecto educativo en su conjunto, es la idea de homogeneizar a toda la población, y formar a toda la población mexicana bajo un mismo sistema educativo y un modelo ideal de mexicano en el cual se destaca la necesidad de que el ciudadano sea una persona con educación y afín a la cultura.

Aunado a lo anterior, al presentar una visión homogeneizante de la sociedad, el proyecto educativo no da cabida a las diferencias y pretende erradicar la multiplicidad, dado que pretendía imponer a las denominadas minorías indígenas la idea de que «primero son mexicanos, luego indios»,[10] lo que significa que la identidad nacional como mexicano debe privilegiarse sobre las otras identidades que una persona pudiera tener, lo que resalta la idea de la educación como una forma de unidad nacional bajo una misma identidad compartida por toda la población, la cual se debe preponderar. Igualmente, su proyecto educativo establece el español como el idioma que todos deben hablar,[11] eliminando de esta forma, los diferentes lenguas de las comunidades indígenas.

Otro de los aspectos que se resalta dentro de su proyecto educativo, es la consideración de los indígenas como una minoría, ya que implica la concepción de los indígenas como un problema dentro de la sociedad mexicana, y, por ende, como un grupo que debe asimilarse al resto de la población. Este aspecto del proyecto educativo resulta problemático debido a que la población indígena y analfabeta en México, en los primeros años del siglo XX, era la mayoría, no la minoría como establece Vasconcelos, por ello, la visión que se refleja en este proyecto es la idea de una sociedad liderada por una élite ilustrada que impone cuál es el camino a seguir y el ideal que todos los miembros de la población mexicana deben cumplir.

Por otra parte, dentro de las campañas contra el analfabetismo, se implementó la educación en historia como «la formación de la conciencia nacional».[12] La enseñanza de la historia ha sido utilizada por los gobiernos para legitimarse como grupo en el poder y para establecer los elementos, acontecimientos y personajes que se deben recordar y aquellos que deben ser olvidados, dependiendo el interés y afinidad personal de los actores de la vida pública y política, de igual forma, a través de la historia se configura el prototipo de las actitudes deseables que los mexicanos deben tener y establece la unidad en torno a ciertas ideas. La historia como conciencia nacional, implica un uso político del pasado homogeneizante que irremediablemente deja fuera la diversidad y establece, a través del discurso, la unidad de acontecimientos y personajes que fundan la nación.

El mestizaje como el medio para el progreso

Sumado a la consideración de la educación como motor de la unidad nacional, José Vasconcelos, en una de sus obras más célebres, La Raza Cósmica,[13] publicada en 1925, un año después de dejar su puesto en la Secretaría de Educación Pública, plantea el mestizaje como el medio necesario para conseguir el progreso del país, dado que una vez formada la raza cósmica como la síntesis de las razas, «aviones y ejércitos irán por todo el planeta, educando a las gentes para su ingreso a la sabiduría».[14] Igualmente, dentro de esta obra, le da una importancia capital al estudio de la historia porque «Sondeamos entonces en el conjunto de los sucesos para descubrir en ellos una dirección, un ritmo y un propósito».[15] Es decir, el estudio del pasado, es lo que permite conocer cuál es el devenir del país.

En esta obra, Vasconcelos determina la existencia de cuatro razas: el negro, el indio, el mogol y el blanco, y le asigna a cada una de ellas una misión determinada en el devenir de la sociedad universal. Particularmente la raza blanca, europea, tenía la misión de servir como puente para la conformación de la quinta raza, a la que Vasconcelos denomina la «raza cósmica».[16] Esta quinta raza se caracteriza por ser la síntesis de todas las razas anteriores, porque el elemento que permite la creación de la raza cósmica es el mestizaje.[17]

La civilización formada a partir de la colonización española creó el mestizaje y esto —dice José Vasconcelos— es lo que «señala su carácter, fija su responsabilidad y define su porvenir».[18] En este sentido el mestizaje es considerado el elemento cohesionante de la sociedad, el medio por el cual se puede acceder al progreso caracterizado por la definición de una cultura propia, la libertad de la opresión y la homogeneización de todos bajo el mestizaje, por lo cual, al igual que su proyecto educativo, la multiplicidad de identidades debe ser erradicada, en favor de la conformación de una sola identidad: el mestizo.

De la misma forma que Vasconcelos considera que la raza cósmica es la síntesis de la unión de las razas, especialmente, de la india y europea, el patriotismo debe basarse en el pasado indígena, pero también en el pasado español, sobre todo, ante los conflictos entre latinos y sajones. A esta misma consideración se suma la idea de unificar Latinoamérica, misma que se presenta en su proyecto educativo por medio de la intención de conectar a México con el resto de la América española y portuguesa. En consecuencia, lo que prima en el pensamiento de Vasconcelos, es la unidad, no sólo nacional, sino de todos los países latinos bajo una misma cultura y una raza común: la raza cósmica, ya que esta unión permitirá la grandeza de esta nueva raza, y juntará «los tesoros de la Historia, para dar expresión al anhelo total del mundo».[19]

Por último, una de las quejas constantes de su obra es la preponderancia que ha obtenido la civilización sajona, particularmente, estadounidense e inglesa, y la división imperante entre los países latinoamericanos, ya que esto ha hecho que la cultura sajona se imponga en el continente americano y no sea posible el desarrolla de una cultura propia latinoamericana, basada en el mestizo, y cuya labor fundamental sea la educación de las masas y su integración.

Epílogo

La nueva generación de intelectuales que conformaron el Ateneo de la Juventud, con su intención de romper con la cultura porfirista y su participación en la Revolución mexicana, intentaron establecer qué era lo mexicano, es decir, cuál era la cultura propia del país, para diferenciarlo de otras naciones y fomentar el nacionalismo entre la población. Para Vasconcelos la cultura del país debía establecer una clara y marcada diferencia con la cultura sajona, por ello, la labor de Vasconcelos en el Ateneo, en la Secretaría de Educación Pública, a través de su proyecto educativo y de sus obras, formaron un nacionalismo mexicano basado en la educación de las masas, la homogeneización de todos los sectores sociales, por medio del mestizaje, para conseguir fundar la raza cósmica como síntesis de todas las razas anteriores, erradicando la diversidad y estableciendo la figura del mestizo como elemento cohesionante, no sólo de México, sino del mundo entero, dado que la misión de la quinta raza, que está conformada por los países latinoamericanos, será la unidad y educación de toda la población del mundo.

La concepción de la cultura que impuso José Vasconcelos a lo largo de su labor en el Ateneo de la Juventud y durante su tiempo como Secretario de Educación Pública, se alineó y definió con base en el proyecto oficial del Estado nacional de los gobiernos posrevolucionarios, asimismo, estableció el prototipo de mexicano ideal como mestizo, la concepción de la historia de México conformada por el pasado prehispánico y la herencia española, la concepción de la grandeza de la raza por medio del mestizaje y la educación de las masas como el elemento indispensable para conseguir la cohesión social y lograr el progreso material y cultural del país, progreso que se vería reflejado en la grandeza de la raza cósmica.

Finalmente, José Vasconcelos representa la ambivalencia de los intelectuales que conformaron el Ateneo de la Juventud, ya que, por un lado, pretendieron conformar una cultura separada del Estado, pero sus labores intelectuales dentro de cargos públicos en los gobiernos posrevolucionarios los llevaron a formar una idea del nacionalismo cultural basado en los proyectos oficiales de la nación.

Notas

[1] Carlos Monsiváis, “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”, pról. de Daniel Cosío Villegas, en Historia General de México, edición del 2000, pról. de Daniel Cosío Villegas, México, El Colegio de México, 2000, p. 961.

[2] Ibidem, p. 960.

[3] Ibidem p. 969.

[4] Ibidem, p. 970.

[5] Ibidem, p. 976.

[6] Carlos Betancourt Cid, José Vasconcelos y el Ateneo (Sitio web), Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 2022, https://www.inehrm.gob.mx/es/inehrm/JoseVasc_ElAteneo (consultada: 1 de diciembre de 2023)

[7] José Vasconcelos, La Raza Cósmica, 8a. ed., México, Porrúa, 2019, pp. IX.

[8] Carlos Monsiváis, op. cit., p. 986.

[9] Ibidem, pp. 986-988.

[10] Ibidem, p. 987.

[11] Ibidem, p. 987.

[12] Ibidem, p. 987.

[13] José Vasconcelos, op. cit.

[14] Ibidem, p. 21.

[15] Ibidem, p. 5.

[16] Ibidem, p. 5.

[17] Ibidem, p. 14.

[18] Ibidem, p. 14.

[19] Ibidem, p. 15.

Bibliografía

Betancourt Cid, Carlos, José Vasconcelos y el Ateneo (Sitio web), Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 2022, https://www.inehrm.gob.mx/es/inehrm/JoseVasc_ElAteneo (consultada: 1 de diciembre de 2023).

Monsiváis, Carlos, “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”, pról. de Daniel Cosío Villegas, en Historia General de México, edición del 2000, pról. de Daniel Cosío Villegas, México, El Colegio de México, 2000, pp. 957-1076.

Vasconcelos, José, La Raza Cósmica, 8a. ed., México, Porrúa, 2019, pp. VII-35.