28 de octubre 2024
La idea de justicia social en Amartya Sen. Una aproximación.La idea de justicia social en Amartya Sen. Una aproximación.
Por Javier Torres Parés*
En su aproximación al problema de la justicia social, Amartya Sen sostiene que la teoría no puede limitarse a la presencia de determinadas instituciones o en la concepción de un arreglo social ideal, dado que la justicia no puede ignorar las vidas que el pueblo vive en realidad. El centro de dicha justicia es la vida humana, sus experiencias y sus logros, los cuales no pueden ser suplantados, pese a su importancia, por información sobre las instituciones existentes y las reglas de operación. Más allá del marco organizativo, la realidad incluye las vidas que el pueblo logra (o no logra) vivir, así como la capacidad y la libertad con la que cuenta para llevar a cabo sus propósitos. Para Amartya Sen, la libertad para optar entre diferentes tipos de vida puede hacer una significativa contribución a nuestro bienestar, al reconocimiento de nuestras responsabilidades colectivas y para perseguir el bienestar de los demás.
En la literatura del sánscrito clásico, existen dos palabras para justicia: niti y nyaya. Niti denota propiedad organizacional y comportamiento correcto, mientras que el término nyaya denota -nos dice Sen- un concepto comprehensivo de realización de la justicia a partir de la cual son evaluadas las instituciones, las reglas y la organización. Los teóricos más tempranos de la legislación hindú utilizan el concepto matsyanyaya, que significa `justicia en el mundo del pez´, en la cual el pez grande puede libremente devorar al pez pequeño, y para evitarlo, según señalan aquellos antiguos textos, es esencial que la justicia del pez no invada el mundo de los seres humanos. El asunto central aquí es que obtener justicia, no es cuestión de juzgar instituciones y reglas, sino evaluar a la sociedad misma, por lo que sin importar cuan apropiadas puedan ser las instituciones establecidas, si el pez grande aún puede devorar a su antojo al pez chico, entonces subsiste una patente violación de la justicia humana entendida como aplicación comprehensiva de la justicia, es decir, como nyaya, asunto distinto de lo perfectamente justo.
En esta perspectiva, “un entendimiento adecuado del logro social, debe tomar la forma comprehensiva de una amplia evaluación de un proceso inclusivo. Para Sen, ajeno a una actitud paternalista, en la búsqueda personal de la obtención de logros, es la expansión de las capacidades la que debe ser invariablemente un cambio que fortalece el bienestar. Para este autor, capacidad es un aspecto de la libertad que se concentra en particular en oportunidades sustantivas. La capacidad de una persona puede ser caracterizada como libertad de lograr su bienestar de acuerdo con sus propios objetivos y valores, los que van más allá de su estrecho bienestar personal, libertad por ejemplo de tener educación escolar gratuita o accesible o la libertad de contar con atención básica de salud, así como “libertades negativas”, que exigen la ausencia de interferencia de otros, incluido el Estado, que limiten dichas libertades. La verdadera pobreza (en términos de privación de capacidad) -nos dice Sen- fácilmente puede ser mucho más intensa de lo que podemos deducir de datos de ingreso, lo que es crucial en la valoración de la política pública de asistencia a los ancianos y otros grupos con pocas oportunidades de bienestar, además de un bajo ingreso.
A partir de esas premisas podemos preguntarnos acerca de la desigualdad o, en otros términos, indagar a qué nos referimos con igualdad, ¿igualdad de qué? se pregunta Amartya Sen. Si la igualdad de capacidades no es un factor por sí solo determinante y capacidad es solo un aspecto de la libertad relacionada con oportunidades sustantivas, dicha igualdad de oportunidades no atiende con suficiencia al equilibrio y equidad relevantes para el conjunto del proceso que conforma la idea de justicia: “Una teoría de justicia -o más generalmente una adecuada teoría de opción social normativa- tiene que vincularse tanto con lo justo del proceso involucrado así como con la equidad y eficiencia de las oportunidades sustantivas que las personas pueden disfrutar.” La capacidad no es sino un enfoque en el cual las ventajas y desventajas de una persona pueden ser razonablemente valoradas y pese a sus límites, tiene una importancia crítica para teorías de justicia y para evaluación moral y política, lo que va más allá de las oportunidades y ventajas de los individuos en una sociedad.
El problema central de la igualdad tiene dimensiones múltiples, por lo que no se reduce a un solo espacio, sea de ventaja económica, recursos, servicios públicos, nivel de vida adquirido o capacidades, es decir, el problema no puede abordarse desde una perspectiva única y habrá que tener en cuenta, como parte de esta valoración, el tema de la imposibilidad para cambiar sus condiciones de vida, por ejemplo, en relación con la recompensa asociada al trabajo arduo con bajos salarios (sweated workers) en ámbitos industriales, agricultores en situación precaria e inestable o esposas oprimidas en ambientes sexistas. Pese a sus límites, es importante el prisma que provee la reducción de la desigualdad de capacidad (libertad de una persona para lograr su bienestar de acuerdo con sus propios objetivos y valores). Así, una institución puede ser juzgada con base en su capacidad de expandir la igualdad de capacidades de todos. Para Sen, la reducción de la desigualdad de capacidades en el marco del fortalecimiento de capacidad de todos es un elemento central en la aspiración de justicia social. El bienestar social se vincula estrechamente con la idea de democracia, pese a quienes sostienen que la democracia en el marco electoral y de debate público, no necesariamente promueve el desarrollo. Para resolver la aparente tensión entre democracia y desarrollo es preciso aclarar -nos dice Sen- lo que entendemos como desarrollo. La valoración de desarrollo no puede divorciarse de las vidas que el pueblo puede lograr, así como de la libertad de la que puede gozar.
Difícilmente el desarrollo puede ser valorado como crecimiento del Producto Nacional Bruto (PNB), ingresos personales o industrialización por más importancia que éstos tengan como medios para la obtención de resultados reales. Su valor “debe depender de lo que hacen a las vidas y libertad de las personas involucradas, lo que debe ser central en la idea de desarrollo” y no perder de vista el reconocimiento crucial que las libertades políticas y los derechos democráticos se encuentren entre los componentes constitutivos del desarrollo y su relevancia no puede ser establecida indirectamente por su contribución al PNB. El ingreso público crea la oportunidad para que el gobierno haga que la expansión del proceso económico sea compartida con mayor equidad si el crecimiento económico es ejercido con responsabilidad por el gobierno. Aún más, nos dice Sen, hay que ir más allá del crecimiento económico para entender con un contenido más completo las demandas de desarrollo y la obtención de bienestar social para lo cual debe prestarse atención a la amplia evidencia de que la democracia y los derechos políticos y civiles tienden a fortalecer las libertades de otro tipo, como la seguridad humana, por medio de dar voz en muy diversas circunstancias a los necesitados y a los vulnerables. Sin ser un proceso automático y que requiere la participación comprometida de los ciudadanos, la libertad democrática puede ser un instrumento para fortalecer la justicia social y políticas mejores y más equitativas, en el contexto de una relación tolerante entre mayorías y minorías, es decir, en una democracia inclusiva que incorpore la identidad plural que forma a cada uno de los seres humanos en sí mismos y en su relación con el conjunto social.
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Amartya Sen, The Idea of Justice. The Belknap Press of Harvard Univestity Press, Cambridge, Massachusetts, 2009, pp. 467
* Javier Torres Parés: Doctor en “Historia y civilizaciones” por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París; profesor de Historia de México contemporáneo en la Facultad de Filosofía y Letras y tutor del Posgrado en Historia de la UNAM.